lunes, 27 de agosto de 2007

No puedo salir!

Yomero se hallaba engarrotado, presa del pánico.
El campeón volvió a activar el extintor, llenando de blancura el ambiente, y el fuego se apagó. El 'Neis' corrió hacia la puerta de la jaula, al tiempo que el fuego volvía a encenderse.
La gente que habitaba los alrrededores del lugar corría despavorida, con algunas pertenencias en sus manos, otros cargaban niños y hasta perros. La histeria colectiva es un factor muy riesgoso en eventos de este tipo, porque pueden suscitarse situaciones fuera de control.
Los cabos de mantenimiento y pailería trataban de calmar los ánimos, gritando que todo estaba bajo control y que no había riesgo ya, mientras enormes llamas salían de la boca del tubo.
Yomero trataba de instaurar esa idea en su mente, al tiempo que escuchaba una conversación en una casa cercana a la jaula.
'Vámonos Pa, tiene usté que salirse"--insistía una señora a un anciano de muy avanzada edad.
"No!"--afirmaba una y otra vez el anciano, "aquí nací y aquí me he de morir..."
Por fin el 'Campeón' se decidió a meterse a la jaula, extintor en mano, y aplicó los chorros de bicarbonato de potasio. Como el fuego volvía a encenderse una y otra vez, hurgó entre las herramientas para descubrir una escoba de palma, que ardía lentamente, y servía de 'arrancador'... Apagó la llama en la escoba y luego en el tubo y por fin, el fuego cesó...
Yomero titubeó un instante y luego corrió hacia la puerta. Cuando por fin logró salir, se tiró en el pasto, blanco cual hombre de nieve, mientras las cuadrillas de primeros auxilios [que ya habían llegado, cuestión a la que tengo que presentar mi reconocimiento] se abalanzaban sobre él, cortando su ropa [toda su ropa] con tijeras, buscando las lesiones infringidas por el fuego.
Yomero, que sólo tenía el cabello algo achicharrado [y que se había tirado al pasto porque sus piernitas no lo soportaba más] manoteaba y pataleaba, gritándoles que se encontraba bien, que no estaba lastimado. A las de mil, uno de los paramédicos lo escuchó y les dijo a todos los demás que lo liberaran.
Su compañero, el elemento de seguridad industrial, no había corrido con la misma buena suerte. Todo su cabello, incluidas cejas, pestañas y pelaje corporal, estaban ausentes. La camiseta de rayón estaba 'pegada' en su piel, que era del color de los bisteces a medio asar.
La ambulancia se lo llevó, mientras Yomero se incorporaba semivestido por tiras de ropa 'tostada'. Hasta su ropa interior había sido cortada, así que el cabo de seguridad le entregó un overall naranja, que Yomero se puso de inmediato.
De cualquier forma le pidieron que permaneciera sentado en una ambulancia [parte del procedimiento de seguridad]; Yomero observaba a lo lejos como la gente seguía corriendo, abandonando sus hogares; dos enormes pipas de agua estaban en el lugar, descargando su contenido dentro del tubo, para crear un sifón en los columpios del tubo y de esta manera 'taponar' la salida del gas.
Y así terminó el día. Yomero y su cuadrilla recogieron su herramienta y se fueron de ahí. No sé si por alguna política de la organización [algún parámetro que especifique que la gente que ha participado en un evento similar no debe regresar al lugar de los hechos, por probables represalias de los vecinos del lugar] nunca más pusieron un pie en el lugar.
Por la tarde fueron al hospital, a ver a su compañero, que ya estaba en un tratamiento de recuperación, del cual salió bastante bien, afortunadamente.
En este punto me detengo para preguntar: ¿saben a quién le correspondía haber estado operando el cortatubos?.
Buena suerte para Yomero, mala suerte para ti, Vikingo.
Fin de la aventura de Yomero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que buena suerte la de Yomero, lamentablemente Vickingo no corrió con la misma suerte, así pasa cuando sucede ...