lunes, 5 de marzo de 2007

Toro.... toro... zzzzz. zzzzz.....

"Ora que mi Muerte, por que me dices asi????"
"Es que no se si eres o te haces, pero de que pareces, pareces..." -- le dijo la Muerte. " Es una besucona....!".
"Ah....!!! O sea que ya pasaste por ahí eh? Como siempre soy el último en enterarme..." -- dijo Yomero desilusionado.
"No menso! El ruido que escuchas en las noches es una besucona, o salamanquesa. Es como una lagartijita blanca, que camina por las paredes, y hay hartas acá donde hace calor... -- dijo la Muerte, haciendo esos ademanes que se hacen cuando quieres decirle a alguien que se pasa de menso.
O sea que el pobre de Yomero había estado bien creidote de que traía a todas las mujeres tras sus huesos, cuando sólo era un geco, que de interés por Yomero nada tenía. Todo fué desilusión para el pobre.
Y así pasaron los días, viajando entre Arroyo Moreno y Tierra Blanca. Aprendiendo cosas de la vida en tierra caliente. Comidas raras. Bebidas raras. Costumbres raras. Y la zanja que no avanzaba. Un día, de buenas a primeras, la Tortuga les dijo a la Muerte y a Yomero: "Saben que? Ya dejen esa zanja en paz, porque apenas llevan como 2 metros [y de verdad no habían avanzado nada], y ni siquiera es de la profundidad que necesitamos. Mañana va a venir una retroexcavadora a terminarla. Nosotros nos vamos a ir a cavar una fosa a la brecha [la brecha es el camino que va sobre las líneas de ductos], así que jálense al Tommy, a la Mojarra, al Campeón y a la Perrita."
Y entonces las cosas se pusieron 'pior'. Al menos antes estaban cerca de la civilización, pero ahora tenían que caminar como 800 metros por un camino de tierra, para llegar a un lugar en donde tenían que cavar un hoyo como de 7 metros de diámetro por unos 8 de profundidad. "Es para instalar una válvula de seccionamiento", había dicho la Tortuga. Mejor ni les cuento cuando a Yomero le daban ganas de ir al baño.
Transcurridos dos o tres días, a Yomero le llegó un aviso de que tenía que presentarse en las oficinas de Pemex en Ciudad Mendoza, el viernes a las 8:00 am.
"Chido mi Súper" --le dijo la Muerte, "como es viernes pus allá te haces menso y ya no vienes hasta el lunes".
"Mi cabo"--le dijo Yomero a la Tortuga, "voy a tener que ir a ver para que me quieren".
"Ta bien, pero en cuanto termines te vienes para acá, que esta chamba te va a estar esperando" --le dijo la Tortuga con una sonrisa malévola en la boca.
"En serio?" --preguntó Yomero, "pero si ya es viernes mi cabito..."
"Y eso qué? Seguramente los demás no vamos a trabajar porque es viernes. Te espero aquí y temprano, si no quieres que te reporte con el Inge..."--amenazó Yomero, refiriéndose al superintendente de la obra [un superintendente no es una persona que limpia super bien, aunque suene a eso. Es el mero mero allá en los Pémex].
Así que al terminar el día, Yomero salió hacia Mendoza, en vez de irse con toda la banda hacia Tierra Blanca en el Bus.
"Pero, ¿cómo le hago para irme Muerte? Ni modo de agarrar un taxi" -- gimió Yomero.
"Pus empieza a caminar, y cuando veas un carro cañero o cualquier otro, pus le pides un 'rai'. Y donde te deje pus le sigues a pata" --recomendó la Muerte.
Yomero comenzó su travesía, vestido con su uniforme y sus botas. Sólo llevaba su mochila y una gorra. El camino polvoriento parecía perderse en el horizonte. Cada cierto tiempo, Yomero volteaba a ver si venía algún camión, pero nada. De repente la situación no le pareció tan mala. Iba caminando libremente por la estepa mexicana, sin que nadie lo molestara ni le diera órdenes. Le preocupaba un poco quizás que se hiciera de noche, y entonces caminaba más aprisa.
A lo lejos escuchó un motor. Era un camión cañero, de los llamados 'rabones'. Cuando se aproximaba, Yomero levantó su mano, con la típica señal con la que se pide un 'aventón'. El camionero se detuvo y le abrió la puerta derecha. Yomero trepó de un salto y saludó alegremente al chófer. Era un tipo bastante bajito, se podía percibir aunque iba sentado. Escuchaba un 'caset' de música chunchaquera, a todo volumen.
El viaje era muy 'traqueteado', esto porque la suspensión de un camión es muy rígida. Pero aún así Yomero estaba agradecido de haber encontrado un alma caritativa. De repente, el camionero le dijo: "Pari [contracción de Pariente], aquí me doblo. Pero 'orita agarras otro 'rai', no tengas preocupación".
Yomero le dió las gracias, y bajó, despreocupado ante la seguridad que le había dado el comentario de su nuevo amigo. Y volvió a caminar, lo más aprisa que podía. Pasaron como 40 minutos y no pasaba ningún camión.
A lo lejos alcanzó a ver lo que parecía un pequeño poblado. Era sólo un grupo de casas, que se levantaban alrededor de una encrucijada. Dos caminos de tierra y diez o doce casas bastante sencillas. Una pila de agua, un pozo y algunas gallinas. Dos perros correteaban jugando.
Yomero cruzó el poblado. Algunas personas lo miraron desconfiadas. Trató de parecer amigable. Cuando iba alejándose de la encrucijada, uno de los perros comenzó a seguirlo. No parecía de peligro, más bien jugaba.
En eso, algo sorprendió a Yomero. Dos enormes toros de yunta caminaban hacia él, seguidos por un anciano que arrastraba una vara larga. Titubeó; los animales no estaban unidos por la 'coyunda' que es una especie de artefacto que une las cabezas de los toros, formando lo que conocemos como yunta. Venían sueltos, libres como un par de toros de yunta sin la coyunda.
Yomero se hizo lo más a la orilla del camino que pudo. Caminó más de prisa mirando de reojo a los animales. Pero hubo alguien que no hizo precisamente eso. El #%&#$$ perro que venía detrás de Yomero comenzó a grunir y después a ladrar fuertemente a los toros. Los enormes animales parecieron indiferentes al principio, pero cualquiera que traiga un perro gruñéndole por el trasero, llega un momento en que se molesta.
Y eso hizo el toro, comenzó a bufar, a rascar con la pezuña el suelo. El perro no parecía temerle y seguía en su arrebato. "Ora trinche perro, no manches..."--pensaba Yomero mientras caminaba hacia atrás. El toro no soportó más la ofensa del perro. Comenzó a correr hacia el can, que ahora si corría despavorido. Lo único malo es que corrió hacia donde estaba Yomero. Buscando un refugio, Yomero corría delante del perro, que corría delante del toro. Pocas veces en su vida Yomero había demostrado tal velocidad. En un lugar como ese, no hay árboles, que es lo que Yomero buscaba con la mirada mientras corría tan rápido como sus piernas se lo permitían...
Continuará...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Inche Yomero, siempre le va tan mal jajajajaja

Anónimo dijo...

Lo vi en mi mente como si hubiera estado ahí, jejeje como saldra Yomero de esta.

Anónimo dijo...

Yomero nunca habra pensado en ir a Catemaco?