Ya agarra al toro no...?

Regresó la Muertecita con una garrafa, y le dijo a Yomero: "Vente mi Súper, vamos aquí afuerita al patio, yo te voy a curar tus llagas".
"¿Gasolina???!!!, Como crees Muerte? Estás loco?" -- Le dijo Yomero.
"Es el mejor remedio, así te quitas de esa monserga" -- afirmó la muertecita.
"Pues no estoy muy seguro, pero a ver, viene" -- Dijo Yomero mientras extendía sus manos y sentía que el chicloso le hacía 'así'.
"No mancheeeess, No mancheeeeeessss! "#$%%%$#, "#$%##$$$, "#$%$%##$$$!!!!!, Arde re gacho #$%""" Muerte...!!!" -- Gritaba Yomero haciendo uso de las jarochas mas coloridas de su repertorio.
"Uta, ni aguantas nada, pus ¿No que eras el Supermán? -- Le dijo la Muerte. "Ora, se me peina y se me perjuma que nos vamos a ir al parque a 'rorrear'".
Y ahí van la Muerte y el Súper hechos unos 'rorros' color de llanta, a cazar mujeres al Central Park de Tierra Blanca.
Caminaron largo y tendido por dos cuadras y ya llegando al parque la muerte le dijo a Yomero: "Aguántame tantito mi Súper, voy a ver un bisne. Siéntate en esa banca y mira las 'damas' pasar mientras regreso".
Y ahi estaba sentadito Yomero, con las manos apoyadas en las piernas, y las palmas hacia arriba, viendo pasar puro 'macho', y una que otra ñiña pero bastante pior. Su mirada lasciva recorria el horizonte, buscando esas niñas 'chidas' que la muerte había mencionado.
Re depente, su mirada se detuvo en un objetivo... En el estanquillo de periódicos estaba una niña de muy buen ver, que también miraba a Yomero. Tenía una blusita de esas tipo uniforme de secundaria, con los botones superiores desabotonados y que maravillosamente, permitía ver sus encantos a trasluz, sin sujetador.

La niña salió del estanquillo y comenzó a acomodar sus revistas, mirando a Yomero de reojo de vez en cuando.

El corazón de Yomero comenzó a latir rápidamente. La niña lo miraba, se volteaba y sonreía para sí. Yomero estaba de verdad emocionado.

La niña se desabrochó otro botón y se agacho un poco para que Yomero pudiera ver más de sus maravillosos encantos. Yomero ya no estaba emocionado, estaba extasiado.

"Que hago?, Que hago?" --Pensaba Yomero, bastante inexperto en estos menesteres. "Me acercaré? Le preguntaré su nombre? A que hora sale por el pan?..."

Yomero se levantó de la banca y caminó hacia el estanquillo, pero no se acercó demasiado. Disimuló y dio dos o tres vueltas por ahí, admirando los descubiertos encantos de la niña. La miró y cuando sus miradas coincidieron emitió una sonrisa muy leve, desinteresada, despreocupada.

Estaba ya Yomero decidido a todo, cuando vió que a lo lejos se acercaba la muertecita, con una bolsa de papel en las manos.

"Órale mi Súper, atásquese un churro..." -- Insistió la muerte abriendo la bolsa y mostrando un set de churros tiesos, azucarados y mantecosos.

Yomero tomó un churro con sus manos adoloridas y olorosas a gasolina, mientras miraba de reojo a la niña del estanquillo y esperaba la oportunidad de comentárle a la muertecita de su buena suerte.

"¿Cómo ves al jotito?" -- preguntó la muertecita.

"¿Cuál jotito?" -- dijo Yomero, devolviendo la pregunta.

Continuará...